En este momento leyendo
al libro “Yo también me acuerdo” de Margo Glantz, yo también me acorde de algo.
Mi mente se fue a un día en el que yo estaba por entrar en el Museo d’ Orsay en
Paris, donde me encontraba por entrevistar justo a Margo Glantz, de visita en
la ciudad. Este día, justo después de
haber encontrado a Margo en un café, donde había demasiado ruido que nos hizo
mover a su hotel, terminada la entrevista me
fui a visitar el museo d’ Orsay. Recuerdo que en ocasión de la
entrevista me había puesto unos zapatos
elegantes y que de tanto caminar me dolían los pies. Una vez que llegué
al museo, me puse a tomar muchas fotos como una cualquier turista y recuerdo
que mientras lo hacía, se me acercó
un hombre, creo que fuera rubio y de piel clara y me dijo que había encontrado
una moneda muy rara y que me la podía vender
por un precio que yo decidiera. Después
de tanta insistencia, logre entrar al museo. El museo era magnifico y ahí pude
admirar cuadros maravillosos. Recuerdo el famoso cuadro de Manet en el que una
mujer desnuda desayuna con dos caballeros vestidos. Y recuerdo que después de
recorrer el museo me senté al lado de dos japonesas o coreanas que tuvieron el
atrevimiento de quitarse las sandalias para estirar sus pies cansados ganándose
así un reproche por parte de una empleada del museo. Después
de salir del museo recuerdo haber
caminado y recuerdo que no me podía ni sentar en un parque porque se acercaba
siempre algún hombre que me quería hablar.
Y recuerdo que por esto me refugiaba en las cafeterías, contribuyendo
notablemente a levantar la economía francesa este año.
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