Es
un viernes en la tarde de un día cualquiera de verano y como he quedado de ver a una amiga y sus
amigos para tomar algo me alisto y salgo. Al llegar, lo que no me esperaba es
que el amigo de mi amiga a su decir de 34 años, fuera un viejón de 50 y tantos y que el lugar donde vamos a
ir, fuera una cantina-botanero de lo más
corriente. Bueno, por ser educada entro
y me tomo una cerveza con ellos, acompañada por unas ricas botanas y muy
abundantes. La conversación es
dificultosa por el hecho de que ignoro los temas que puedo tratar con dos viejos y machistas,
que me causan urticaria inmediata. De alguna forma, puedo convencer a mi amiga
a librarnos de estos sujetos y nos vamos a mi casa. En mi
casa todo tranquilo, comemos, charlamos y así. Llega la hora de irnos a la fiesta y nos
reunimos con unos amigos con los que habíamos quedado antes, los encontramos
algo fumados y de alguna manera, después de superar albañiles cachondos y
mariachis llegamos a la fiesta. En la fiesta todos están pedos y el ambiente se
pone bueno, se baila, se toma, se baila de nuevo, se toma, se asiste a dramas
de borrachos. Y a cierto punto decido
poner música y viendo a oscuras los que están en el sofá, un tipo me saca a
bailar, acepto convencida que es gay y que nada pasara. Pero su manera de
bailar sensual me vuelve sospechosa.
Bailamos y hablamos y después le pregunto directamente si es gay, y él me dice
que no. Finalmente me invita a irme con él. Después de despedirme de todos, me voy con él,
y resulta que me lleva a su restaurante donde me invita a dos pastelitos y me
consiente con una malteada de chocolate. Después de que me la termino pasa lo
que tiene que pasar y pasa de una forma tan dulce, que me parece que huele a
canela. Y con el olor a canela en mis narices me deja en mi casa, diciéndome que
nos veremos pronto.
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